domingo, 18 de enero de 2009

¿Quién dijo que era fácil?

Entre los múltiples oficios que uno imagina como perfectos cuando se es joven, está indudablemente el de ser camarógrafo en el mundo de la pornografía. Vamos - razona uno junto a los amigos - es un empleo insuperable, te la pasas viendo porno todo el día y además te pagan por ello.

Bueno, aquí hay un par de ejemplos que ilustran perfectamente que no hay ningún trabajo perfecto y que, en ocasiones, hay perfectos idiotas haciendo el trabajo de tus sueños.










1 comentario:

Eduardo Huchin dijo...

Es como si uno fuera el ingeniero de sonido de un cantante de gansta rap: uno se creería seguro de los disparos... pero no.